jueves, 16 de enero de 2014

Bienvenidos

Recuerdo del día que Porfirio inaugura su taller de Estampado en San Jerónimo. Lo acompañan su socio Manuel Ángeles, su esposa Elisa, su hijo en brazos, su vecina, su hermano Ramón, su primo político Juan Domínguez, sus primos Casimiro Camacho Martínez; Marcelina, Humberto y Juan Martínez Peña.
 
Porfirio Martínez González

Artista Natural del Pueblo San Jerónimo Aculco Lídice
(12 de septiembre de 1930-24 de enero de 1994)
 
En plena época de persecución cristera, contrajeron nupcias Anastasia González Ramírez y Manuel Martínez Romero en un huerto de San Jerónimo el 25 de mayo de 1927.

Anastasia era hija de Antonia Ramírez y José Concepción González, vecinos de Puente Sierra, cercana a una antigua fábrica de hilados y tejidos de algodón (hoy es un centro comercial), pero provenientes de San Luis Potosí y, al parecer, emparentados con el compositor del himno nacional, Francisco González Bocanegra. Manuel era hijo de Guadalupe Romero Alarcón y Porfirio Martínez Carrillo, originarios, desde generaciones atrás, del Pueblo de San Jerónimo.

Anastasia y Manuel tuvieron, en el siguiente orden, a Lucía, Porfirio, Graciela, Carmen, Josefina, Ramón y Margarita. De la educación, cuidado de los hijos y las labores del hogar era responsable, como era usual en ese entonces, Anastasia; mientras que Manuel sostenía económicamente a la familia prestando sus servicios en un taxi de su propiedad y posteriormente como chofer de la Escuela Superior de Guerra, además del cultivo de la tierra.

San Jerónimo fue siempre el hogar de esta familia, aunque cambió de casa en dos ocasiones dentro de la misma zona. La familia Martínez González compartía muchas características con la comunidad, pero tenía sus particularidades. Manuel Martínez Romero era seguidor de una organización anarquista, oía un programa radiofónico dedicado a la cultura árabe y gozaba de habilidades pictóricas, las cuales heredaría a su segundo hijo, Porfirio.

Porfirio Martínez González no tuvo educación profesional completa pues, debido a los desacuerdos con entre la Iglesia y el gobierno, era difícil que las familias católicas enviaran a sus hijos a la escuela; por lo tanto, Porfirio sólo concluyó el 4º grado de los estudios primarios. Este hecho, sin embargo, no obstruyó que asistiera regularmente a la Academia de San Carlos, donde formalizó o disciplinó, de alguna manera, sus habilidades manuales y artísticas demostradas desde su niñez, así como su ingenio y creatividad para en la elaboración de juguetes y la presentación de trabajos. También asistió a los talleres de artes plásticas organizados por el IMSS en la Unidad Independencia, en San Jerónimo.

Porfirio no sólo se inclinó por las artes plásticas, como la pintura o la escultura, también componía canciones estilo bolero y ranchero, y participaba, junto con sus hermanas y otros jóvenes de la comunidad, en pastorelas y piezas teatrales o sketch, algunos de su propia autoría, que llegaron a representar su propio pueblo, y en otros como Topilejo, Tlalpan o Tlahuelilpan, Hidalgo; en esas obras, además, Porfirio se encargaba de elaborar las escenografías. Todo este interés por la plástica, la música y las artes escénicas se sumó también al empeño y dedicación en el cultivo de plantas ornamentales, no ornamentales y árboles frutales.

Laboraba en el huerto de su patrón Fredy Romero, un actor que apareció esporádica y brevemente en alguna que otra película, también trabajó fue su chofer. Más tarde, trabajó con el señor David Russel en el estampado artesanal de telas para los uniformes de las meseras de Sanborns Hermanos y para otros clientes. Este trabajo lo conservó después como actividad propia, junto con un socio, hasta algunos años antes de morir.

Porfirio Martínez González era un hombre sencillo en el trato y atento a los asuntos de su comunidad, como la limpieza de los cauces por donde pasaba el agua de riego procedente de los Dinamos para los huertos de San Jerónimo, la organización de la fiestas patronales, en la Junta de Mejoras Materiales y, más tarde, como parte de sus creencias personales, llevando la comunión a los enfermos católicos del pueblo.

El 30 de julio de 1960, Porfirio se casó con Elisa Salazar Dueñas, originaria de Tanhuato, Michoacán. Del matrimonio nacieron, en ese orden, Manuel, María Guadalupe, Felipe, Rosa María, Virginia y Raquel. Porfirio compartió con su esposa gustos musicales, ella solía cantar una composición de la autoría de aquél; con ella también compartió creencias y valores propios de su credo. Porfirio Martínez alcanzó en la muerte a Elisa Salazar, siete años después de su partida.

De la obra de Porfirio Martínez realizada en barro, madera, tela, acuarela y otros materiales y técnicas, destacan las piezas realizadas para la parroquia de San Jerónimo: un marco de madera de una vitrina con manos entrelazadas, unos señalamientos para jardín, un burro tallado en madera de tamaño natural, una placa de barro en la torre del campanario y una virgen de Guadalupe, en madera, de  tamaño natural, ubicada en la capilla abierta que realizó junto con su hija Rosa María Martínez.

Porfirio Martínez González murió a la edad de 64 años, el 24 de enero de 1994, tras sufrir un coma diabético; una muerte precipitada que causó la sorpresa de sus familiares y amigos.

En su memoria, sus hijos, presentamos este blog llamado El taller de Porfirio Martínez González, donde aparecen algunas imágenes que rinden honor a la figura de un padre siempre presente que, pese a lo numeroso de la familia y una economía restringida, jamás dejó de lado sus pasiones artísticas. Descanse en paz.
Virginia Martínez Salazar
Su hija

2 comentarios:

  1. Recuerdo cantidades de bocetos, y pequeños apuntes en papeles sueltos, hojas o cuadernos, siempre elaborando formas muy particulares y asignando color a través de texturas con una pluma cualquiera. Recuerdo cuando me enseñó a dibujar la figura humana a partir de manchas. Mi dibujo de la batalla en el castillo de Chapultepec sacó un diez. Entre tantas cosas que le aprendí, la que más me llama es trabajar el papel picado.

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    1. Que bien Felipe que recuerdes y aprecies todo ello con los detalles que sólo tu conoces. Hasta ahora el papel picado tu lo sigues trabajando con la técnica que te enseñó, la que has enriquecido con tus propios diseños.

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