
Recuerdo del día que Porfirio inaugura su taller de Estampado en San Jerónimo. Lo acompañan su socio Manuel Ángeles, su esposa Elisa, su hijo en brazos, su vecina, su hermano Ramón, su primo político Juan Domínguez, sus primos Casimiro Camacho Martínez; Marcelina, Humberto y Juan Martínez Peña.
Porfirio Martínez González
Artista Natural del Pueblo San Jerónimo Aculco Lídice
(12
de septiembre de 1930-24 de enero de 1994)
En plena época
de persecución cristera, contrajeron nupcias Anastasia González Ramírez y
Manuel Martínez Romero en un huerto de San Jerónimo el 25 de mayo de 1927.
Anastasia era
hija de Antonia Ramírez y José Concepción González, vecinos de Puente Sierra,
cercana a una antigua fábrica de hilados y tejidos de algodón (hoy es un centro
comercial), pero provenientes de San Luis Potosí y, al parecer, emparentados
con el compositor del himno nacional, Francisco González Bocanegra. Manuel era
hijo de Guadalupe Romero Alarcón y Porfirio Martínez Carrillo, originarios, desde
generaciones atrás, del Pueblo de San Jerónimo.
Anastasia y
Manuel tuvieron, en el siguiente orden, a Lucía, Porfirio, Graciela, Carmen, Josefina,
Ramón y Margarita. De la educación, cuidado de los hijos y las labores del
hogar era responsable, como era usual en ese entonces, Anastasia; mientras que
Manuel sostenía económicamente a la familia prestando sus servicios en un taxi
de su propiedad y posteriormente como chofer de la Escuela Superior de Guerra,
además del cultivo de la tierra.
San Jerónimo
fue siempre el hogar de esta familia, aunque cambió de casa en dos ocasiones
dentro de la misma zona. La familia Martínez González compartía muchas
características con la comunidad, pero tenía sus particularidades. Manuel
Martínez Romero era seguidor de una organización anarquista, oía un programa
radiofónico dedicado a la cultura árabe y gozaba de habilidades pictóricas, las
cuales heredaría a su segundo hijo, Porfirio.
Porfirio
Martínez González no tuvo educación profesional completa pues, debido a los
desacuerdos con entre la Iglesia y el gobierno, era difícil que las familias
católicas enviaran a sus hijos a la escuela; por lo tanto, Porfirio sólo
concluyó el 4º grado de los estudios primarios. Este hecho, sin embargo, no obstruyó que asistiera regularmente a la Academia de San Carlos, donde
formalizó o disciplinó, de alguna manera, sus habilidades manuales y artísticas
demostradas desde su niñez, así como su ingenio y creatividad para en la
elaboración de juguetes y la presentación de trabajos. También asistió a los
talleres de artes plásticas organizados por el IMSS en la Unidad Independencia,
en San Jerónimo.
Porfirio no
sólo se inclinó por las artes plásticas, como la pintura o la escultura,
también componía canciones estilo bolero y ranchero, y participaba, junto con
sus hermanas y otros jóvenes de la comunidad, en pastorelas y piezas teatrales
o sketch, algunos de su propia autoría, que llegaron a representar su propio
pueblo, y en otros como Topilejo, Tlalpan o Tlahuelilpan, Hidalgo; en esas
obras, además, Porfirio se encargaba de elaborar las escenografías. Todo este
interés por la plástica, la música y las artes escénicas se sumó también al
empeño y dedicación en el cultivo de plantas ornamentales, no ornamentales y
árboles frutales.
Laboraba en el
huerto de su patrón Fredy Romero, un actor que apareció esporádica y brevemente en
alguna que otra película, también trabajó fue su chofer. Más tarde, trabajó con el señor David Russel en el estampado
artesanal de telas para los uniformes de las meseras de Sanborns Hermanos y
para otros clientes. Este trabajo lo conservó después como actividad propia,
junto con un socio, hasta algunos años antes de morir.
Porfirio
Martínez González era un hombre sencillo en el trato y atento a los asuntos de
su comunidad, como la limpieza de los cauces por donde pasaba el agua de riego
procedente de los Dinamos para los huertos de San Jerónimo, la organización de
la fiestas patronales, en la Junta de Mejoras Materiales y, más tarde, como
parte de sus creencias personales, llevando la comunión a los enfermos
católicos del pueblo.
El 30 de julio
de 1960, Porfirio se casó con Elisa Salazar Dueñas, originaria de Tanhuato,
Michoacán. Del matrimonio nacieron, en ese orden, Manuel, María Guadalupe,
Felipe, Rosa María, Virginia y Raquel. Porfirio compartió con su esposa gustos
musicales, ella solía cantar una composición de la autoría de aquél; con ella
también compartió creencias y valores propios de su credo. Porfirio Martínez
alcanzó en la muerte a Elisa Salazar, siete años después de su partida.
De la obra de
Porfirio Martínez realizada en barro, madera, tela, acuarela y otros materiales
y técnicas, destacan las piezas realizadas para la parroquia de San Jerónimo:
un marco de madera de una vitrina con manos entrelazadas, unos señalamientos
para jardín, un burro tallado en madera de tamaño natural, una placa de barro
en la torre del campanario y una virgen de Guadalupe, en madera, de tamaño natural, ubicada en la capilla abierta
que realizó junto con su hija Rosa María Martínez.
Porfirio Martínez
González murió a la edad de 64 años, el 24 de enero de 1994, tras sufrir un
coma diabético; una muerte precipitada que causó la sorpresa de sus familiares
y amigos.
En su memoria,
sus hijos, presentamos este blog llamado El taller de Porfirio Martínez
González, donde aparecen algunas imágenes que rinden honor a la figura de un
padre siempre presente que, pese a lo numeroso de la familia y una economía
restringida, jamás dejó de lado sus pasiones artísticas. Descanse en paz.
Virginia
Martínez Salazar
Su hija